miércoles, 23 de julio de 2014

de Pon el Cielo a trabajar

Anímate a soñar lo que más deseas
Cuando somos adultos dejamos de soñar y de imaginar, porque pensamos que tenemos
que ser capaces de prever el curso de las cosas. Nos sentimos inhibidos por las normas y las
estadísticas de la vida de los demás. Te animo a que delegues el cómo a tu mano de obra
celestial. Cada vez que otra persona te diga lo que es posible o imposible basándose en su propia
experiencia o comprensión, guarda silencio y piensa: «Bien, pero eso no es verdad en mi mundo».
Sonríe a sabiendas de que tu poderoso equipo espiritual no está restringido por dichas normas y
estadísticas. Desde el lugar de la gracia, todas las cosas son posibles. De manera que sigue
adelante y atrévete a soñar con el mayor deseo que puedas imaginar. Intenta alcanzar tu objetivo
aunque los demás opinen que es imposible. Eres un creador y el Cielo apartará las aguas del mar
y desplegará la alfombra roja ante ti para brindarte todo su apoyo. Aventurarte a pedir lo imposible,
lo irreal, lo más extravagante; atrévete a ampliar tus horizontes hacia el Cielo, donde todo es
posible.
Tal como afirmó Robert Browning: «El hombre debería llegar siempre más allá de sus
posibilidades; de no ser así, ¿para qué existe el Cielo?».
…. Y con cosas poco importantes
Con frecuencia sucede también que nos abstenemos de pedir ayuda porque pensamos que
nuestras aspiraciones son insignificantes. Nos resulta incómodo pedir al Universo que se tome el
trabajo de organizar las circunstancias a la medida de nuestros deseos. Imagina, por ejemplo, que
 pides a los Poderes Superiores que dispongan un clima agradable para un día especial, o que despejen el tráfico para llegar a tiempo a una cita. ¿Acaso no suena un poco egoísta?.
Realmente pensamos que el mundo gira en torno a nosotros? ¡De hecho, así es! El mundo entero gira
alrededor de cada uno de nosotros. Si en cada momento estamos creando nuestro propio mundo,
¿por qué no concebirlo tal como lo deseamos? Cuando tomamos conciencia de esta realidad
comprendemos que, lejos de ser egoístas o presuntuosos, estamos llevando a cabo gozosamente
la misión que nos ha encomendado Dios. ¿Acaso sería más virtuoso crear algo que nos hiciera
infelices? Puedes estar seguro de que el Universo se complace en organizar cada pequeño
detalle por el mero propósito de conseguir que tu rostro se ilumine con una sonrisa, que tus ojos
brillen y que te animes a dar un pequeño brinco mientras avanzas.

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