Fragmento del cap. 3, La naturaleza del alma.
..."En la vastedad del océano no existe el ego. Visto a distancia, desde la Luna o desde un satélite, el
océano parece quieto e inanimado, una enorme franja azul que circunda la Tierra. Sin embargo,
conforme nos acercamos, comprobamos que está en movimiento constante, agitado por corrientes y
mareas, remolinos y olas. Nosotros vemos estos patrones como entidades distintas. Cuando una ola
se levanta podemos ver su cresta, su rompimiento y su movimiento hacia la orilla. Sin embargo, es
imposible separar la ola del océano. Es imposible sacar una ola con un balde y llevarla a casa. Si
tomas una fotografía de una ola y regresas al día siguiente, ninguna será exactamente igual.
El océano es una analogía maravillosa para comprender el alma. Imagina que el océano ¿s la
realidad no circunscrita, el campo de posibilidades infinitas, el nivel virtual de existencia que
sincroniza todo. Cada uno de nosotros es como una ola de ese océano. Somos creados a partir de él
y constituye la esencia misma de lo que somos. Así como las olas tienen una forma específica,
nosotros adoptamos intrincados patrones de realidad no circunscrita. Este océano vasto e infinito de
posibilidad es la esencia del mundo físico. El océano representa lo no circunscrito y la ola, lo
circunscrito. Ambos están íntimamente vinculados.
Una vez que sabemos que el alma deriva del reino no circunscrito o virtual, nuestro lugar en el
Universo se hace evidente: somos tanto circunscritos como no circunscritos, patrones individuales
que emergen de la inteligencia no circunscrita, la cual es parte de todo y de todos los demás. Podemos
pensar entonces que el alma tiene dos partes. El alma vasta, no circunscrita, existe en el nivel
virtual o espiritual. Es poderosa, pura y capaz de cualquier cosa. La parte personal, circunscrita,
existe en el nivel cuántico. Ésta es la que se manifiesta en nuestra vida cotidiana y que mantiene la
esencia de lo que somos. También es poderosa, pura y capaz de cualquier cosa. El mismo potencial
ilimitado del espíritu infinito también reside en cada uno. Nuestra alma personal, aquélla en la que
pensamos cuando pensamos en nosotros, es una floración del alma eterna.
Si aprendiéramos a vivir desde el nivel del alma, veríamos que la parte más valiosa y luminosa
de nuestro ser está conectada con todos los ritmos del Universo. Seríamos conscientes de nuestra
capacidad de hacer milagros. Dejaríamos de sentir temor, añoranza, odio, ansiedad y duda. Vivir
desde el nivel del alma, significa dejar atrás el ego y las limitaciones de la mente que nos atan a los
sucesos y consecuencias del mundo físico.
En la vastedad del océano, nada reclama atención individual. Hay olas, remolinos y mareas,
pero en última instancia, todo es océano. Nosotros somos patrones del ámbito cuántico que
aparentan ser personas; en última instancia, todo es espíritu.
No obstante, todos nos sentimos plenamente individuales, ¿no es así? Nuestros sentidos nos
confirman que estos cuerpos son reales y tenemos pensamientos personales e individuales.
Aprendemos, nos enamoramos, tenemos hijos y trabajamos en nuestras carreras. ¿Cómo es que no
sentimos este vasto océano arremolinándose en nuestro interior? ¿Por qué sentimos que nuestras
vidas están tan circunscritas? Todo se debe a los tres niveles de existencia.
En el nivel físico, en lo que llamamos mundo real, el alma es el observador que participa en la
observación. Siempre que observamos, hay tres elementos involucrados. El primero, que ocurre en el
mundo físico, es el objeto observado. El segundo, que ocurre en el nivel de la mente, es el proceso
de observación. El tercer elemento es el observador mismo, al que llamamos alma"...
Deepak CHOPRA
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