Desde el momento en el que abrazas a tu bebé por primera vez, nunca serás la misma persona.
Quizás anheles la persona que eras antes.
Cuando tenías libertad y tiempo
Y nada en particular por lo que preocuparte
Conocerás el cansancio como nunca lo habrás hecho antes.
Y encadenarás días que son exactamente iguales el uno al otro
Llenos de tomas y eruptitos.
Cambios de pañal y llanto.
Quejidos y peleas.
Siestas o falta de siestas
Puede parecer como un ciclo sin fin.
Pero no olvides que…
Hay una última vez para todo
Llegará el día cuando le des de comer a tu hijo por la última vez.
Se dormirán sobre ti después de un largo día
Y será la última vez que abraces a tu niño mientras duerme
Un día los llevarás en tu cadera y los dejarás en el suelo
Entonces nunca más los volverás a coger de esa forma.
Les frotarás el pelo en la bañera una noche
Y a partir de ese día querrán bañarse ellos solos.
Te cogerán de la mano para cruzar la carretera
Y entonces nunca te la pedirán de nuevo.
Se deslizarán en tu habitación a media noche en busca de mimos
Y entonces será la última noche que te despierten para esto.
Una tarde cantarás “Las ruedas del autobús”* y harás todos los gestos
Y entonces nunca más volverás a cantar esa canción de nuevo.
Te darán un beso de despedida en la puerta del colegio
Y al día siguiente te pedirán que no los acompañes nunca más.
Les leerás un último cuento en la cama y limpiarás una última cara sucia.
Correrán hacía ti con los brazos en alto una última vez
El caso es que nunca sabrás cuando será la última vez
Hasta que no haya más veces.
E incluso entonces te llevará un tiempo llegar a darte cuenta de ello.
Así que mientras estés viviendo estos momentos, recuerda que sólo hay un pequeño número de ellos, y que, cuando se hayan terminado, te morirás por revivir un solo día lleno de ellos.
Por última vez"
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