Cómo puede alguien
que apenas sabe pronunciar
unas cuantas palabras
arar un camino tan hondo
y entrar a saco
por cuanta ranura hay abierta
en mi invisible palpitante centro
A diario, niña,
acumulo tu amor
como avaro guardando
expectantes tesoros.
Tu cuerpo menudo y caliente
entre mis brazos
me lleva tan cerca de la felicidad
que, temiendo semejante abundancia,
te susurro mi dicha como un largo secreto clandestino
No se por qué
en las noches cuando te sostengo
hasta que cerras las alas
resignándote a la oscuridad y el sueño
siento que, contrario a las apariencias,
me tiraste una cuerda de plata en un naufragio
y es mi cordón umbilical
el que ahora descansa en tus pequeñas manos,
como si, hija mía, fuera yo también hija de
esos profundos ojos
que un día sabiamente
soltaron hacia mi
sus relucientes anclas
Hija de mi esperanza
diminuta mujer
sobreviviente,
no se que hay en vos
que cierra y da sentido
a los circulos misteriosos de mi vida,
Solo se que cuando la flecha de la tuya,
giraba buscando espacio en el espacio,
agua y sed se encontraron
y ahora henos aquí
Madre y pequeña niña
apretadas, envueltas, enlazadas,
como si jamás hubiésemos existido
Apartadas la una de la otra.
Gioconda Belli
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