viernes, 29 de agosto de 2014

de El Arte de Vivir, J. Krishnamurti

Cuando estamos atemorizados nos aferramos no sólo a las cosas externas sino también a las internas, tales como la tradición.  Para la mayoría de las personas de edad avanzada y para las que en lo interno son insuficientes y vacías, la tradición importa muchísimo. ¿Han notado esto entre sus amigos, sus padres y maestros? ¿Lo han notado en sí mismos?  En el momento en que hay temor, temor interno, tratan de ocultarlo bajo la respetabilidad, siguiendo una tradición, y así pierden la iniciativa.  A causa de que les falta iniciativa y sólo siguen a otros, la tradición se vuelve muy importante, la tradición de lo que dice la gente, la tradición de lo que ha sido transmitido desde el pasado, la tradición que carece de vitalidad, del sabor de la vida, porque es una mera repetición sin significado alguno.
Cuando uno tiene miedo, hay siempre una tendencia a imitar. ¿Han notado eso?  Las personas que tienen miedo imitan a otras; se aferran a la tradición, a sus padres, a sus esposas o maridos, a sus hermanos.  Y la imitación destruye la iniciativa. ¿Saben?, cuando dibujan o pintan un árbol, no imitan el árbol, no lo copian exactamente como es, lo cual sería una mera fotografía.  A fin de tener la libertad necesaria para pintar un árbol o una flor o una puesta del sol, tienen que sentir lo que estas cosas les comunican, el significado, el sentido que tienen.  Esto es muy importante: que traten de comunicar el significado de lo que ven y no que meramente lo copien, porque de ese modo están abiertos al proceso creativo. Y para esto tiene que haber una mente que sea libre, que no esté cargada con la tradición, con la imitación. ¡Miren nada más que sus propias vidas y las vidas de quienes los rodean, vean lo tradicionales, lo imitativas que son!
En ciertas cuestiones están ustedes obligados a ser imitativos, tal como en las ropas que visten, en los libros que leen, en el idioma que hablan. Éstas son todas formas de imitación.  Pero es necesario ir más allá de este nivel y sentimos libres para pensar las cosas por nosotros mismos, de modo que no aceptemos irreflexivamente lo que algún otro dice, sin ¡importar quién sea: un maestro en la escuela, un padre o uno de los grandes instructores religiosos.  Es esencial que piensen las cosas por sí mismos y no sigan a nadie, porque el seguimiento indica temor, ¿no es así?  En el momento en que alguien les ofrece algo que ustedes desean -el paraíso, el cielo o un empleo mejor-, hay temor de no obtenerlo; por consiguiente, empiezan a obedecer, a seguir.  En tanto estén deseando algo se hallan atados al temor; y el temor mutila la mente de tal modo, que no pueden ser libres.
¿Saben lo que es una mente libre? ¿Alguna vez han observado la propia mente?  No es libre, ¿verdad?  Siempre están a la expectativa de lo que sus amigos dicen de ustedes.  Esa mente es como una casa cercada por una valla o por un alambre de púas.  En este estado nada nuevo puede acontecer; lo nuevo sólo es posible cuando no hay temor.  Y es extremadamente difícil para la mente estar libre de temor, porque ello implica realmente estar libres del deseo de imitar, de seguir, libres del deseo de acumular riquezas o de amoldarse a una tradición, todo lo cual no quiere decir que hayan de hacer algo extravagante.
La libertad de la mente adviene cuando no hay temor, cuando la mente no desea alardear y no urde intrigas en busca de posición o prestigio.  Entonces no hay sentido de imitación.  Y es importante tener una mente así, una mente de verdad libre de la tradición, la cual constituye el mecanismo formador de los hábitos.

¿Es esto demasiado difícil?  No creo que sea tan difícil como la geografía o las matemáticas de ustedes.  Es mucho más fácil, sólo que jamás han pensado al respecto.  Pasan diez o quince años de sus vidas en la escuela adquiriendo información; sin embargo, nunca se toman tiempo -ni una semana, ni siquiera un día- para pensar plenamente, completamente en algunas de estas cosas.  Por eso parece tan difícil, pero en realidad no lo es en absoluto.  Al contrario, si le dedican tiempo podrán ver por sí mismos cómo trabaja la mente de ustedes, cómo opera, cómo responde.  Y es muy importante que empiecen a comprender su propia mente mientras son jóvenes, de otro modo crecerán siguiendo alguna tradición, lo cual tiene muy poco sentido; imitarán, o sea, que seguirán cultivando el temor y así nunca serán libres.
J. Krishnamurti



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