Aprovechando nuestra falta de autoestima, el mundo de la publicidad nos ha
convertido en su objetivo para inducirnos a comprar sus productos. Lo que dicen en
el fondo la mayoría de los anuncios es: «Vales muy poco, y la única manera que
tienes de ser algo más es comprando nuestro producto». Sólo nos dejamos convencer
por los anuncios cuando pensamos que en nosotros hay algo que necesita arreglo. Es
necesario que no nos dejemos convencer por esos intentos de hacernos sentir
inferiores.
El blanco predilecto de las andanadas publicitarias es nuestro cuerpo. Dadas las
creencias negativas que hemos aceptado acerca de nuestro cuerpo, y debido al
bombardeo de la publicidad dirigida a las mujeres para decirles lo poco que valen, no
es de extrañar que la mayor parte del tiempo no amemos nuestro cuerpo. ¿Quién
puede decir con sinceridad que ama su recto? Ya tenemos bastantes problemas para
aceptar nuestra nariz o nuestras caderas. ¿A qué edad, me pregunto, comenzamos a
equiparar nuestra valía personal con el ancho de nuestras caderas? Los bebés jamás
piensan que no valen nada debido a la anchura de sus caderas.
Cuando somos unas adolescentes vulnerables se nos bombardea con anuncios que
tratan de disminuir nuestra autoestima y hacernos sentir que necesitamos cierto
producto para ser atractivas o aceptadas por los demás. Por eso las adolescentes, en
cuanto grupo social, se valoran tan poco. Esta mengua de la autoestima y el sentido
de la propia dignidad se perpetúan en muchos casos en la edad adulta. A las empresas
tabacaleras les encanta dirigir su publicidad a las adolescentes porque saben que es
fácil convertir a las personas con poca autoestima en adictas, e incluso hay buenas
posibilidades de hacerlas dientas de por vida. ¿Cómo podemos permitir que les hagan
eso a nuestras hijas?
El otro día oí decir a una niñita de tres años:
«No quiero ponerme ese vestido. Me hace parecer gorda». Las niñas de diez años
hacen dieta para adelgazar. Las escuelas están llenas de niñas con anorexia y bulimia.
¿Qué les estamos haciendo a nuestras hijas? Si eres madre, demuéstrales a tus hijos
de qué forma los explotan los anuncios publicitarios. Analiza con ellos cada anuncio.
Pídeles que ellos te muestren lo que hay de manipulador en los anuncios. Enséñales
cuando son pequeños y dales el poder para vivir sus vidas con decisiones inteligentes,
para que aprendan a actuar en vez de sólo reaccionar.
¿Te has fijado cuántas revistas para mujeres ofrecen las últimas dietas para adelgazar
y luego en el mismo número incluyen recetas de postres que hacen engordar? ¿Qué
tipo de mensaje pretenden darnos? Engorda, adelgaza, engorda, adelgaza. No es de
extrañar, pues, que haya tantas mujeres haciendo una dieta tras otra. Es imposible
vivir de acuerdo con todos los anuncios y mensajes que recibimos de los medios de
comunicación. La próxima vez que veas un anuncio por la televisión, míralo con ojo
crítico. ¿Cuál es el verdadero mensaje que te ofrece la publicidad? ¿Intenta hacer que
te sientas inferior o decirte que no vales nada? ¿Te ofrece un sueño imposible de
realizar? Reírse de los anuncios les quita el poder sobre nosotras. Los anuncios que
defienden la explotación de la mujer son otra manera de controlamos y dominarnos.
Debemos de hacer todo lo posible por recuperar nuestro poder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario